EL TIBET
Laura Salamanca
Más de cinco décadas lleva el problema de la invasión al Tíbet sin solución. Más de cinco décadas de exilio lleva el Dalai Lama recorriendo el mundo en busca de solidaridad y apoyo para resolver el problema de anexión, de otrora un país independiente, al imperio "comunista" de China.
Justamente ahora, cuando van a celebrarse los denominados juegos de la concordia y la amistad, los que dicen algunos incautos e ignorantes del alma humana, crédulos, y a veces incluso políticos mentirosos, los Juegos de la "Tolerancia y
¿Hará falta que se celebren juegos olímpicos en países con fracciones anexionadas para que se exija su liberación? Parece mentira que el presidente francés haya tenido la ocurrencia de boicotear los juegos de "la amistad" cuando Francia todavía posee colonias en el pacífico como Nueva Caledonia, y algún que otro protectorado en África. Y no puede olvidarse el importante atolón que reventaron a base de pruebas nucleares.
Desde luego hay otros tantos países que no tienen la moral para poder decir una palabra sobre invasiones e imperialismo. Al grito de liberemos al Tíbet, debería unirse el de Liberemos Palestina, Irak, Afganistán, Puerto Rico, Guantánamo, Hawai, Las Islas Carolinas, el Peñón de Gibraltar, Las Malvinas Argentinas, Ceuta y Melilla, el Sáhara, Chipre, y un etcétera sin fin.
Las protestas por el problema del Tíbet no deberían haber comenzado ahora. Simplemente, tal y como la comunidad Europea expresó en el caso de Chipre, ante la pretensión de Turquía de unirse a la comuna (aunque tampoco debe lavarse las manos, porque Reino Unido sigue en posesión de Gibraltar, territorio Español, y España con Ceuta y Melilla, en territorio Marroquí), hasta que no se resuelvan los conflictos territoriales, se veta a los países transgresores. China no debería haber sido electa para realizar unos juegos, igual que Sudáfrica fue continuamente vetada de participar en ellos por el cruel racismo imperante en su territorio.
Pero tampoco deberían estas protestas terminar al concluir los juegos olímpicos, sino continuar hasta su total liberación. Desgraciada y seguramente, esta moda solidaria durará lo que duren los juegos. El Tíbet volverá a quedar en el baúl del olvido, y el resto de países del mundo que esperan de igual modo, un dejo de solidaridad por parte del mundo, quedarán en las sombras hasta que sean capaces de lograr que se los considere para un evento como los juegos, u otro de similar índole: "amistad, paz y armonía", inexistentes por otra parte, y por desgracia.
En solidaridad con el Tíbet, y con cualquier país invadido y anexionado.
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