viernes, 18 de abril de 2008

EL TIGRE


El tigre
Oliverio Arreola

La calle era angosta y la niebla caía demasiado espesa. Al atardecer creyó ver unos ojos que a más de dos metros lo acechaban. Pensó en un perro y en un lobo. La poca luz de un farol iluminó a unos metros ciertas manchas amarillas que se perdían en la oscuridad. Creyó que era el miedo lo que lo embargaba… luego imaginó un fantasma.
Al doblar la esquina, debía virar a la izquierda, para no ir a parar al zoológico. En cuanto dio vuelta se topó con la imagen de un hombre sangriento, como si le hubieran abierto la cara a navajazos. Abajo yacía su cuerpo despedazado
—No me dio tiempo de nada. Un tigre —dijo—. Fue un tigre
El hombre creyó ver por segunda vez los ojos de un tigre, pero ya no estaba. Viró entonces sobre su espalda queriendo adivinar entre la niebla la figura del animal cuando la imagen del hombre lo atravesó para encontrarle la cara
—Por lo que veo —le espetó— también a ti te ha atacado
Entonces, el hombre, allí sobre la acera vio al tigre y las dentelladas que ya, cansadamente, le asestaba a cada uno de sus miembros indefensos.

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