miércoles, 16 de abril de 2008

DEL RITUAL AL ESPECTACULO COLUMNA 080415


GESTAS Y GESTOS



Por Zenón Ramírez García



DEL RITUAL AL ESPECTÁCULO (I)



Los tiempos cambian y las creencias también.


Antes de la Conquista Española nuestros antepasados totonacas creían en kiwi-qooló (Señor del Monte), a quien con el acompasado golpe del pequeño teponaxtle y fino canto de chirimía, presentaban ofrendas pidiéndole permiso para derribar el lanka-kiwi (árbol más alto) y no se cobrara la afrenta con la vida de un Qosni (hombre pájaro).


La ceremonia de arrastre del árbol hasta el lugar dónde se plantaría, era igualmente armonizado con sones del perdón, de los puntos cardinales, del camino, etc. interpretados por el caporal (jefe del grupo) y acompañado por los demás con movimientos rituales alrededor del Lanka-kiwi.


Pero no era suficiente, todos los integrantes del grupo de Voladores, creían que deberían purificar su cuerpo y espíritu días antes del ceremonial a kiwi-qooló y de la ejecución de su danza, por lo que hacían ayuno y abstinencia. El precio de no hacerlo era "la desbarrancada" o caída inexplicable. ¡Por respeto o por temor, pero lo hacían!


En la plantación del palo volador arrastrado a su sitio final, seguía el ritual dancístico, echaban al gran hoyo una gallina, nixtamal (maíz hervido), tortilla, aguardiente, flores, etc. con la firme creencia de que si el palo tuviera sed o hambre no sacrificaría a los hombres pájaro (Qosni).


Vino la dominación del espíritu con la conquista y con ella el sincretismo religioso. Los conquistadores ya no permitieron volar ante los templos derribados, sino ante los nuevos templos erigidos. El ritual aparente fue al Dios de los cielos y no al Sol ni la Luna, dadores de la vida en la cosmovisión indígena, ni a Tonacayohua la Diosa de la Fertilidad en la mitología totonaca. Pero aquellos ritos ancestrales se siguieron al pié de la tradición. Así lo hicieron en la plantación de los tres nuevos tubos para volar en sustitución de los que sirvieron durante 50 años para el Gran Festival Xanat. ¡Vaya ceremonial como para tomarlo a juego o acrobacia!


Y mientras en el mundo civilizado se desarrollaba el capitalismo y las creencias viraban al nuevo poderoso caballero "Don Dinero", el mundo indígena se mantenía enclaustrado en su cosmovisión sincrética. El totonaca volaba por fe en sus creencias. Así lo hizo durante siglos hasta que vino el primero que les pagó por verlos volar en tiempos no sacros. Ahí comenzó la corrupción de su espíritu: cambió su fe por monedas. Y desde entonces la Ceremonia del Volador se convirtió en espectáculo pagado.


¡Ahora aunque les paguen, piden a los espectadores! Es su modus vivendi.


¿Qué hacen las autoridades e instituciones del ramo por evitarlo? Gestos.



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