viernes, 18 de abril de 2008

PERSONAJES CÉLEBRES: ROBESPIERRE


PERSONAJES CÉLEBRES: ROBESPIERRE


Laura Salamanca

No se entendería la Revolución Francesa, como no se entienden las Revoluciones, protestas, y levantamientos sociales, sino por la comidilla y la macabra fascinación que ejerce sobre el ser humano los actos violentos que conllevan, y que son los que marcan su “derecho” a permanecer impresos en la historia.
De lado se dejan entonces, las verdaderas causas sociales que llevan a la protesta y a actos vandálicos; y cualquier escolar conoce bien el nacimiento y función de la guillotina, que resta protagonismo a los verdaderos ejecutores: La ilustración: Voltaire, Rousseau, Diderot, y la política del Antiguo Régimen, Luis XVI, Danton o Robespierre.
Para conocer la historia de la guillotina, habría que remontarse brevemente a la del feudalismo o antiguo régimen; a la de la ilustración, y por último al personaje que marcó el período final de la Revolución Francesa, y como todos los finales, al más famoso por la cruenta tragedia que representó: Robespierre.
Recorriendo la historia en unas pocas líneas: El 14 de julio de 1789, un movimiento social campesino, encabezado por el hambre y la desbaratada gestión económica del rey Luís XVI de Francia, irrumpió en la Bastilla, polvorín del ejército francés. Tomó las armas, y se aprestó a plantar cara a un monarca, que arrojaba el tesoro público en la persecución incesante de guerras, lo que lo obligaba a ejercer una presión fiscal sobre un paupérrimo pueblo, abatido por la enfermedad de la muerte segura por miseria extrema. Sin nada que perder, la Revolución representaba la única salida.
En su desarrollo influyeron decisivamente, un grupo de intelectuales, que apoyaba el final del Antiguo Régimen feudal de la Edad Media, y la instauración de una constitución, primer paso para el establecimiento de una democracia monárquica, donde el rey ya no dispusiera de poderes plenipotenciales.
El movimiento ilustrado representaba la entrada a la modernidad, pero todo cambio de régimen, toda modificación social y política, suele tener un alto costo, y un retroceso primero. La anulación de excesivos derechos de la clase privilegiada a favor de derechos para todos, deriva en violencia por rehusarse los primeros ante los segundos.
Cuando Robespierre, llegó al poder, Francia estaba sumida en un caos político, en el que el Rey pugnaba por anular una constitución, que los parlamentarios defendían a capa y espada. Por otro lado, los grupos constitucionales estaban fuertemente divididos, la presión social era enorme, y la clase privilegiada constituía un gran escollo para la implantación de la democracia, a causa de la pérdida de los privilegios que conllevaba la modernización política, expresada por los liberales: Diderot, Rousseau, Montesquieu y Voltaire, principalmente, cuyo concepto: liberté, fraternité, equalité, se convirtió en el grito social por antonomasia de la Revolución.
Cuando en 1793, se redactó la nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y la nueva constitución democrática reconocía el sufragio universal en Francia, Maximilien Robespierre, dio un golpe de estado, ante el temor de que el grupo parlamentario de oposición, se instaurase en el poder. Robespierre, convertido en el nuevo dictador, se encargó de asegurar el poder a base de eliminar a contrincantes, opositores, y todo aquel sospechoso de conspirar contra la Revolución, o de ejercer actividades contrarrevolucionarias. La guillotina entonces, no cejó de hacer rodar cabezas, un espectáculo que atraía a cientos de personas, mayoritariamente aquellas que habían padecido tanta hambre y necesidad, que veían en la muerte una tétrica compañía cotidiana. Rodaron desde cabezas nobles, hasta las reales: tanto María Antonieta, reina regente, como finalmente la del rey Luís XVI, fueron ejecutados ante el bullicio del pueblo paupérrimo. Se especula con la cifra real de ejecutados: entre diez y cuarenta mil, víctimas de los golpes de mano del imperio de terror instaurado por Robespierre, cuyo destino quedaría marcado por su propia crueldad: El 27 de julio de 1794, una revuelta popular apoyada por la facción moderada del congreso, que junto con el pueblo consideraba traición la posición burguesa recién asumida por Robespierre, lo derrocó y ejecutó. La nueva Constitución se aprobó un 17 de agosto de 1795, y se ratificó en plebiscito el 26 de septiembre del mismo año.
Robespierre había nacido un seis de mayo de 1758 en Arras, Francia. Su fama de incorruptible por su dedicación a la Revolución, y su pasión por la virtud, además de su excelsa formación, que hubo de completar por méritos propios, fueron factores claves que lo convirtieron en uno de los líderes más destacados de la Revolución Francesa, hasta que su perfil extremista lo llevó a gobernar despóticamente con el agravante de ejecuciones públicas en masa. Su actitud intolerante y temerosa de que una conspiración lo derrocara, cavaron su propia fosa. Una trillada historia en la que han caído líderes revolucionarios como Stalin, en quienes el stress por el poder trastocó la razón.
Una historia de despotismos, pérdida de privilegios de las clases favorecidas, dictaduras y revoluciones sociales por miseria y hambre de justicia, que no están muy lejos de la propia historia de México, inmerso en el embauco y las tretas políticas, de aquellos piratas de saco y corbata, que entierran el tesoro, para volver por él cuando todos hayamos olvidado su existencia. laurafdez27@hotmail.com

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