AL VOLANTE
Laura Salamanca
A pesar del cambio climático, la rabiosa vida moderna obliga a usar constantemente, y muchas veces por, capricho el vehículo. La falta de organización y urbanización, las excesivas distancias de los fraccionamientos que crecen en pos de la deforestación, y los problemas que conlleva, la ínfima calidad de las viviendas con las que hacen su agosto los constructores, y que no resuelven el problema, ha llevado a ciudades antaño tranquilas, a lidiar con el caos vial, porque las pequeñas urbes de las Grandes Montañas, no están preparadas para absorber tanto vehículo y tanta contaminación que generan.
Aunado a este problema, la falta de gentileza regional, viene aparejada con la de educación vial, (Dejémoslo en educación simplemente). Nuestra ignorancia y egoísmo dicta, que a pesar de haber carecido de un buen ejemplo, no tengamos la capacidad de generar amabilidad y modestia en la vida diaria cediendo el paso, moderando la velocidad, cuidando de no interrumpir el paso o el tráfico, concediendo el espacio y la comprensión con la prisa o el tiempo del que todos carecemos… Y en lugar de gritar: ¡Igual que todos!, hagamos conciencia y corrijamos el error, sin importar si el contrario se comporta incivilizadamente. ¡Prediquemos con el ejemplo!
- Dicen los hombres de las mujeres que somos un peligro, porque al ver un vestido frenamos de golpe, lo cual no es cierto. Aunque sí lo es nuestra falta de gentileza a la hora de ceder el paso; interrumpimos el tráfico para bajar o subir pasajeros, y ¡cuidadito y protestes!. Sin embargo, también somos mucho más prudentes, y menos apresuradas. - Los hombres suelen ser más gentiles, aunque los hay esquizofrénicos, cuya doble personalidad de Fitipaldi, los hace creer que su cacharro es el bólido más veloz de la región, y la ciudad una pista de carreras. Además adoptan al volante tal postura de dandi, que soliviantaría a más de un corazón si es que diera tiempo de observarlos.- Y qué decir de los reyes: los Sres taxistas. Los más gentiles de entre los gentiles a la hora de subir y bajar pasajeros. No hay uno que se resista a ocupar el espacio a su derecha o izquierda para ascenso o descenso. En su auto-concesión exclusiva de la vía pública y su auto-derecho de interrumpir el tráfico, se toman, con la calma chicha del mundo, el tiempo necesario para hacer su parada. - Los sobrados de poder nunca permiten adelantamientos: ¡Mira el listo! piensa. Acelera y cierra el paso. Nunca cederán en puentes, vías estrechas, ni en su carril ocupado.- Tampoco faltan aquellos que expulsan lindezas por su boquita de pitiminí cuando se trata de recordarle a uno el error que ha cometido. Conduciendo no se perdonan ni los más leves errores. Y el que va al volante siempre tiene la razón. (De ambos lados, especialmente si son de hombres hacia peatones o mujeres, por más brutos que sean). - Para los menos civilizados se inventó el uno por uno: los que no saben conceder el paso, ni hacer la parada obligatoria en el de peatones; los que invaden la preferencia del carril contrario estando el suyo obstruido, y especialmente para los energúmenos que se estacionan sobre la señal de prohibición, como si con ellos no fuera, en las entradas de las escuelas, y es que su incivilidad les impide caminar unos metros. Otros obstaculizan el paso, creyendo que los estruendosos claxonazos no son anónimos, sino trinos reconocibles por los pollitos, que acudirán raudos al llamado de mamá gallina.
Y que decir de los motociclistas, que en su complejo de inferioridad, invaden todo el cajón, en lugar de pensar en el prójimo y estacionarse ocupando lo indispensable.
No olvidar que los topes, en su abundancia, indican falta de civilidad y educación vial, de gentileza, educación, cortesía, y amabilidad. Claro, hay sus excepciones… las que confirman al cafre. ¡Aprendamos a ser amables y respetar el derecho de los demás! Por un mundo mejor, más sano y solidario.
'
Aunado a este problema, la falta de gentileza regional, viene aparejada con la de educación vial, (Dejémoslo en educación simplemente). Nuestra ignorancia y egoísmo dicta, que a pesar de haber carecido de un buen ejemplo, no tengamos la capacidad de generar amabilidad y modestia en la vida diaria cediendo el paso, moderando la velocidad, cuidando de no interrumpir el paso o el tráfico, concediendo el espacio y la comprensión con la prisa o el tiempo del que todos carecemos… Y en lugar de gritar: ¡Igual que todos!, hagamos conciencia y corrijamos el error, sin importar si el contrario se comporta incivilizadamente. ¡Prediquemos con el ejemplo!
- Dicen los hombres de las mujeres que somos un peligro, porque al ver un vestido frenamos de golpe, lo cual no es cierto. Aunque sí lo es nuestra falta de gentileza a la hora de ceder el paso; interrumpimos el tráfico para bajar o subir pasajeros, y ¡cuidadito y protestes!. Sin embargo, también somos mucho más prudentes, y menos apresuradas. - Los hombres suelen ser más gentiles, aunque los hay esquizofrénicos, cuya doble personalidad de Fitipaldi, los hace creer que su cacharro es el bólido más veloz de la región, y la ciudad una pista de carreras. Además adoptan al volante tal postura de dandi, que soliviantaría a más de un corazón si es que diera tiempo de observarlos.- Y qué decir de los reyes: los Sres taxistas. Los más gentiles de entre los gentiles a la hora de subir y bajar pasajeros. No hay uno que se resista a ocupar el espacio a su derecha o izquierda para ascenso o descenso. En su auto-concesión exclusiva de la vía pública y su auto-derecho de interrumpir el tráfico, se toman, con la calma chicha del mundo, el tiempo necesario para hacer su parada. - Los sobrados de poder nunca permiten adelantamientos: ¡Mira el listo! piensa. Acelera y cierra el paso. Nunca cederán en puentes, vías estrechas, ni en su carril ocupado.- Tampoco faltan aquellos que expulsan lindezas por su boquita de pitiminí cuando se trata de recordarle a uno el error que ha cometido. Conduciendo no se perdonan ni los más leves errores. Y el que va al volante siempre tiene la razón. (De ambos lados, especialmente si son de hombres hacia peatones o mujeres, por más brutos que sean). - Para los menos civilizados se inventó el uno por uno: los que no saben conceder el paso, ni hacer la parada obligatoria en el de peatones; los que invaden la preferencia del carril contrario estando el suyo obstruido, y especialmente para los energúmenos que se estacionan sobre la señal de prohibición, como si con ellos no fuera, en las entradas de las escuelas, y es que su incivilidad les impide caminar unos metros. Otros obstaculizan el paso, creyendo que los estruendosos claxonazos no son anónimos, sino trinos reconocibles por los pollitos, que acudirán raudos al llamado de mamá gallina.
Y que decir de los motociclistas, que en su complejo de inferioridad, invaden todo el cajón, en lugar de pensar en el prójimo y estacionarse ocupando lo indispensable.
No olvidar que los topes, en su abundancia, indican falta de civilidad y educación vial, de gentileza, educación, cortesía, y amabilidad. Claro, hay sus excepciones… las que confirman al cafre. ¡Aprendamos a ser amables y respetar el derecho de los demás! Por un mundo mejor, más sano y solidario.
'
No hay comentarios:
Publicar un comentario