viernes, 4 de abril de 2008

SPASSKY EN GRANADA


HAY FESTIVAL
Menuda pieza
El mito del ajedrez, a sus 71 años, ganó a 12 de sus 20 contrincantes en una partida simultánea que duró más de cuatro horas en el Auditorio Manuel de Falla.

Á. PEÑALVER /

Especial para Grandes Montañas

el más favorito de todos los noticieros favoritos



AJEDREZ. Spassky, en su partida contra los gemelos Rubén y Alejandro, ayer en el Manuel de Falla. L. RIVAS


Granada, España. 4 de Abril 2008.- VEINTE aficionados al ajedrez se sentaron ayer a las cinco de la tarde delante de sus tableros para batir a su único enemigo: el soviético Boris Spassky, que a sus 71 años venció por igual a Rubén, un niño de 8 años superdotado; a Francisco Jiménez Bernal, uno de los mejores jugadores de Granada; y a Stephan Buck, un contrabajista de la Orquesta Ciudad de Granada que fue el último en caer ante este mito viviente.El maestro, que perdió el 'match del siglo' contra Fischer allá por 1972, es corpulento, se mueve con agilidad y derrocha simpatía. Aunque la partida transcurrió dentro del Auditorio Falla, no se deshizo de sus grandes gafas de sol en toda la tarde, porque ha sido operado de los ojos recientemente. Ese pequeño hándicap no fue óbice para que ganara a 12 de sus contrincantes, hiciera tablas con 7 y sólo perdiera con uno.Aunque el ídolo de ajedrez cogía las piezas con rudeza, con todos los dedos de la mano, y las situaba en el tablero con decisión, casi a golpes, no intimidó a Martín Jiménez Capilla, un chavalito de 15 años, que no partía como favorito, pero que pilló al genio «cansado». «Estoy muy contento, yo llegué en inferioridad a la final, pero Spassky se dejó un peón y se ha rendido», comentó el jugador del club de CajaGranada, que ya tiene en sus filas a un nuevo campeón mundial.El soviético, que dejó sorprendida a la concurrencia por su aguante, no perdió la sonrisa en las más de cuatro horas que estuvo de pie, sin comer nada, sólo bebiendo agua y sonándose la nariz ocasionalmente. «Así no vale, si no se deshidrata no va a haber manera de ganarle», comentaba jocoso uno de los favoritos, Rafael Fernández, que finalmente acabó en tablas. Lo más divertidoSin duda, lo más divertido de la tarde fue la participación de Rubén y Alejandro, dos hermanos gemelos, rubios como el sol, de sólo ocho años, pero consolidados como promesas del ajedrez local, no en vano son superdotados. No paraban de reírse, de moverse y de pensar... porque Francisco, que perdió, y Rubén, que hizo tablas, fueron de los cinco últimos jugadores en levantarse de la mesa. Se lo pusieron difícil al maestro, que se partió de risa cuando un intrépido Rubén, que iba perdiendo, le pidió tablas al soviético. «Sí, son las típicas tablas», le contestó Boris Spassky antes de ganarle, no sin asegurarle que la próxima vez que se vieran le concedería el empate.Al ídolo -él lo comentó al final de la partida, que duró una hora y cuarto más de lo previsto- le pusieron delante rivales más duros de lo que esperaba, no obstante explicó las jugadas al final de cada encuentro y fue muy agradable con sus contrincantes, a quienes había pensado ganar en tan sólo dos horas. Tardó algo más. Aunque si todas las partidas hubieran sido como la que disputó con Juan Antonio Díaz, profesor universitario que «cayó en la trampa» y perdió el primero a los 40 minutos, otro gallo hubiera cantado. Una hora más tarde se rendía el segundo contrincante, el escritor neoyorquino Jonathan Levy, que abandonó «muy emocionado» una batalla que se había convertido en una «auténtica masacre» de piezas desde el principio. Ya lo dijo Boris Spassky antes de empezar: «No soy un perdedor».

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