manuel alcántara
«El permanentemente feliz es un gilipollas»
«El permanentemente feliz es un gilipollas»
El columnista habla hoy de periodismo y literatura para pregonar la Feria del Libro (Teatro Alhambra, 19.00 h) «Escribir es un viejo vicio mío, como beber y fumar»
ÁNGELES PEÑALVER
De ideal.es para Grandes Montañas
La voz grave y el inconfundible acento malagueño de Manuel Alcántara (1928) pregonarán la Feria del Libro de Granada hoy (Teatro Alhambra, 19.00 horas), donde disertará sobre la relación entre periodismo y literatura. Quién mejor para este cometido que este pensador que atesora miles de libros en su casa en Madrid y otros tantos en su refugio de Rincón de la Victoria, en Málaga, desde donde atiende el teléfono. «Ahora miro mi biblioteca comprada con mucho esfuerzo, porque soy un niño de la posguerra que muchas veces ha sacrificado un bocata de calamares para comprarse un libro, y pienso que cuando yo casque no me importaría que los quemaran para que me dieran un poco de calor», bromea. Inmediatamente se pone serio y dice que la fundación malagueña que lleva su nombre sería un buen destino para su legado de papel.En su conferencia, Manuel Alcántara también leerá algunos de sus últimos versos y reflexionará sobre sus 50 años de periodista, en los que se ha convertido en una firma indispensable de las letras españolas. Mientras responde con ímpetu, las citas de grandes pensadores como él -tiene publicados unos 20.000 artículos- se le vienen a la boca una y otra vez. Cuando hablamos del tiempo recuerda, por ejemplo, a Marcel Proust, quien al ver a un amigo muerto espetó: «El tiempo ha huido de él». Este enamorado del mar reconoce que por las noches, a su edad, aparecen a veces algunas pesadumbres, dolores, recuerdos y ausencias «Pero me las quito y digo, venga, a dormir».-Sorprendente: a los 80 años escribe su artículo absolutamente todos los días porque así lo ha elegido. -Sí, he elegido la última forma de esclavitud. Entré muy pronto en la profesión y creo en el servicio del periodismo, que salva instantes fugitivos en el tiempo. Creo mucho en la crónica cotidiana del día y en la invitación a reflexionar, pasando de la anécdota a la categoría. No creo en el periodismo como panfleto, pero sí como una mirada a la realidad.-¿No le dicen nada unas vacaciones de esas en las que uno sólo se dedica a tumbarse, beber y comer en la playa? Vacaciones mentales -No, no, en la vida Eso nunca ha sido mi aspiración. Sé que, si me siento, aunque sea una semana, ya me costaría mucho trabajo ponerme de pie. Para mí escribir diariamente es como respirar. Es uno de mis viejos vicios, como fumar y beberme una copa de ginebra al día Quien dice una dice más.-¿Qué ginebra bebe?-Por malagueñismo, bebo Larios, pero soy muy ecléctico. Frecuento todas. Si yo me tuviera que quedar con una sola bebida, sería el vino tinto, ni siquiera la ginebra. El vino bíblico, ese que alegra el corazón del hombre. Pero hay que beber con respeto, en compañía; no beber para olvidar, sino olvidar y beber luego.-Si tuviera que entrevistarse, ¿qué se preguntaría a usted mismo?-Que quién soy Esa duda metódica. Las preguntas del padre de Rubén Darío: ¿qué hacemos aquí? ¿quiénes somos? ¿a dónde vamos? ¿de qué venimos?-¿A su edad, aún no ha llegado a ninguna conclusión?-No, el asombro de vivir es una experiencia muy corta. Esto se me ha pasado en un ratito. Yo tengo muchas dudas sobre a dónde nos vamos. Tenemos muchas posibilidades de que morir sea igual que antes de haber nacido.-A estas alturas, estará contento de que se torciera su carrera de Derecho en su más tierna juventud.-Absolutamente contento. Yo no tenía vocación, pero era el carril de aquel tiempo. Pero yo ya andaba haciendo versos en el Café Varela con Mingote, a quien conocí con 30 años, cuando yo tenía 20. También con Rafaelito Azcona, mi amigo del alma, que acaba de morir. Yo empecé haciendo versos en ese café, luego publiqué un libro, que tuvo buena acogida, luego empecé en una revista universitaria, luego en un periódico, y así fue todo.-Lee cinco periódicos al día. ¿Cuál es su cabecera de referencia?-Ahí soy absolutamente neutral. Leo varios para hacerme mi composición de lugar, porque ahora hay un fenómeno empresarial y los periódicos barren para dentro. La misma noticia se da en portada con relumbrón y se oculta en un rincón tipográfico. Yo detesto el género predicador. En mis columnas doy opinión. Además, ahora hay un empacho de política, aunque paradójicamente tenemos la más mediocre clase política de los últimos tiempos. Los políticos son muy incultos.-Es un gran aficionado al boxeo y llegó a ponerse los guantes de joven. ¿Se ha quedado con las ganas de darle un buen gancho a alguien?-No, el rencor estorba. Yo no quiero hacerle daño a nadie. Además, mi vida, con todos los avatares normales, tampoco la puedo considerar desafortunada.-Precisamente usted ha dicho que al mundo se viene a vivir, que no le gusta la gente permanentemente disgustada. ¿Qué le hace feliz?-La felicidad es una ráfaga, es un viento que te da en la cara de pronto. Antonio Machado decía que para ser feliz hace falta 'una buena salud y la cabeza vacía'. La gente que es muy feliz siempre es medio tonta. El permanentemente feliz es un gilipollas.-¿Y el permanentemente triste?-Es un desgraciado, un desdichado. A Baudelaire alguien le preguntó: «¿Es feliz?». Y dijo: «No he caído tan bajo». Todo es mejorable en el mundo: el hambre, la tristeza, el azar un niño corriendo detrás de una pelota que es atropellado. El mundo no se entiende, por eso se escribe. El mundo es ininteligible. La poesía intenta descifrar el mundo, explicárselo y consolarse. Nada menos que eso.«Lo que he podido»Y ahí sigue él, intentando explicarse el mundo a través de las letras, tras la muerte de otras grandes firmas como Cándido, Paco Umbral, Campmany «Todos eran amigos», sentencia. «He hecho lo que he podido. El resumen de cualquier estética es que se hace lo que se puede», comenta mientras se ríe. Día tras día, Manuel Alcántara escribe su artículo a media tarde. Es un hombre que no madruga jamás. «Los versos -yo he escrito unos cuantos libros de poemas- acuden cuando acuden».-Cuando trabajaba en el diario 'Marca', se bebía una botella de güisqui en la redacción y no pasaba nada ¿Hace falta aliñar las redacciones de los periódicos actualmente o ya vamos sobrados de imaginación?-Las redacciones antes eran más bohemias y charlatanas había un tío jugando a los dados. Ahora entras en un periódico y parece un sanatorio. Los años 50 eran otro mundo. Pero, en general, ahora es mucho mejor todo. En los tiempos que yo he vivido de miseria, desolación y desesperanza política estaba todo muy conducido. Ahora se puede hablar, se puede opinar, tenemos el derecho a equivocarnos. Pero no sé si tiene mucho sentido remover aquel tiempo.-¿Es partidario de la Ley de Memoria Histórica?-La memoria es un atributo fundamental del alma. Lo que no sé es si es oportuna. Resucitar rencores es improductivo. Lo que creo es que hay que tener tan buena memoria como buen olvido.-Manuel, ¿cómo ve un maestro del periodismo ?-No, yo no soy maestro . Sólo acepto esa palabra en la undécima acepción del diccionario, que es 'ducho en un oficio'. No como magisterio: yo no enseño nada a nadie, yo sigo aprendiendo todos los días.-Bien, aclarado. ¿Cómo ve un señor 'ducho en el oficio del periodismo' eso de la era digital?-Aprecio los nuevos caminos, pero soy consciente de que pertenezco a la 'Galaxia Gutenberg'. Yo sigo escribiendo con una vieja Hispano Olivetti en la que la 'b' y la 'e' siempre necesitan que las pulse dos veces. Cada uno es del tiempo en el que ha vivido. Soy el último tío que no tiene móvil. Es por pereza, no por desprecio. Sé que es un avance gigantesco, pero yo no he leído nunca nada en Internet. Para leer tengo que tocar los papeles. Esa pequeña brisa que pasa cuando le das la vuelta a una página para mí es imprescindible. El libro es el objeto más sagrado de la humanidad.
De ideal.es para Grandes Montañas
La voz grave y el inconfundible acento malagueño de Manuel Alcántara (1928) pregonarán la Feria del Libro de Granada hoy (Teatro Alhambra, 19.00 horas), donde disertará sobre la relación entre periodismo y literatura. Quién mejor para este cometido que este pensador que atesora miles de libros en su casa en Madrid y otros tantos en su refugio de Rincón de la Victoria, en Málaga, desde donde atiende el teléfono. «Ahora miro mi biblioteca comprada con mucho esfuerzo, porque soy un niño de la posguerra que muchas veces ha sacrificado un bocata de calamares para comprarse un libro, y pienso que cuando yo casque no me importaría que los quemaran para que me dieran un poco de calor», bromea. Inmediatamente se pone serio y dice que la fundación malagueña que lleva su nombre sería un buen destino para su legado de papel.En su conferencia, Manuel Alcántara también leerá algunos de sus últimos versos y reflexionará sobre sus 50 años de periodista, en los que se ha convertido en una firma indispensable de las letras españolas. Mientras responde con ímpetu, las citas de grandes pensadores como él -tiene publicados unos 20.000 artículos- se le vienen a la boca una y otra vez. Cuando hablamos del tiempo recuerda, por ejemplo, a Marcel Proust, quien al ver a un amigo muerto espetó: «El tiempo ha huido de él». Este enamorado del mar reconoce que por las noches, a su edad, aparecen a veces algunas pesadumbres, dolores, recuerdos y ausencias «Pero me las quito y digo, venga, a dormir».-Sorprendente: a los 80 años escribe su artículo absolutamente todos los días porque así lo ha elegido. -Sí, he elegido la última forma de esclavitud. Entré muy pronto en la profesión y creo en el servicio del periodismo, que salva instantes fugitivos en el tiempo. Creo mucho en la crónica cotidiana del día y en la invitación a reflexionar, pasando de la anécdota a la categoría. No creo en el periodismo como panfleto, pero sí como una mirada a la realidad.-¿No le dicen nada unas vacaciones de esas en las que uno sólo se dedica a tumbarse, beber y comer en la playa? Vacaciones mentales -No, no, en la vida Eso nunca ha sido mi aspiración. Sé que, si me siento, aunque sea una semana, ya me costaría mucho trabajo ponerme de pie. Para mí escribir diariamente es como respirar. Es uno de mis viejos vicios, como fumar y beberme una copa de ginebra al día Quien dice una dice más.-¿Qué ginebra bebe?-Por malagueñismo, bebo Larios, pero soy muy ecléctico. Frecuento todas. Si yo me tuviera que quedar con una sola bebida, sería el vino tinto, ni siquiera la ginebra. El vino bíblico, ese que alegra el corazón del hombre. Pero hay que beber con respeto, en compañía; no beber para olvidar, sino olvidar y beber luego.-Si tuviera que entrevistarse, ¿qué se preguntaría a usted mismo?-Que quién soy Esa duda metódica. Las preguntas del padre de Rubén Darío: ¿qué hacemos aquí? ¿quiénes somos? ¿a dónde vamos? ¿de qué venimos?-¿A su edad, aún no ha llegado a ninguna conclusión?-No, el asombro de vivir es una experiencia muy corta. Esto se me ha pasado en un ratito. Yo tengo muchas dudas sobre a dónde nos vamos. Tenemos muchas posibilidades de que morir sea igual que antes de haber nacido.-A estas alturas, estará contento de que se torciera su carrera de Derecho en su más tierna juventud.-Absolutamente contento. Yo no tenía vocación, pero era el carril de aquel tiempo. Pero yo ya andaba haciendo versos en el Café Varela con Mingote, a quien conocí con 30 años, cuando yo tenía 20. También con Rafaelito Azcona, mi amigo del alma, que acaba de morir. Yo empecé haciendo versos en ese café, luego publiqué un libro, que tuvo buena acogida, luego empecé en una revista universitaria, luego en un periódico, y así fue todo.-Lee cinco periódicos al día. ¿Cuál es su cabecera de referencia?-Ahí soy absolutamente neutral. Leo varios para hacerme mi composición de lugar, porque ahora hay un fenómeno empresarial y los periódicos barren para dentro. La misma noticia se da en portada con relumbrón y se oculta en un rincón tipográfico. Yo detesto el género predicador. En mis columnas doy opinión. Además, ahora hay un empacho de política, aunque paradójicamente tenemos la más mediocre clase política de los últimos tiempos. Los políticos son muy incultos.-Es un gran aficionado al boxeo y llegó a ponerse los guantes de joven. ¿Se ha quedado con las ganas de darle un buen gancho a alguien?-No, el rencor estorba. Yo no quiero hacerle daño a nadie. Además, mi vida, con todos los avatares normales, tampoco la puedo considerar desafortunada.-Precisamente usted ha dicho que al mundo se viene a vivir, que no le gusta la gente permanentemente disgustada. ¿Qué le hace feliz?-La felicidad es una ráfaga, es un viento que te da en la cara de pronto. Antonio Machado decía que para ser feliz hace falta 'una buena salud y la cabeza vacía'. La gente que es muy feliz siempre es medio tonta. El permanentemente feliz es un gilipollas.-¿Y el permanentemente triste?-Es un desgraciado, un desdichado. A Baudelaire alguien le preguntó: «¿Es feliz?». Y dijo: «No he caído tan bajo». Todo es mejorable en el mundo: el hambre, la tristeza, el azar un niño corriendo detrás de una pelota que es atropellado. El mundo no se entiende, por eso se escribe. El mundo es ininteligible. La poesía intenta descifrar el mundo, explicárselo y consolarse. Nada menos que eso.«Lo que he podido»Y ahí sigue él, intentando explicarse el mundo a través de las letras, tras la muerte de otras grandes firmas como Cándido, Paco Umbral, Campmany «Todos eran amigos», sentencia. «He hecho lo que he podido. El resumen de cualquier estética es que se hace lo que se puede», comenta mientras se ríe. Día tras día, Manuel Alcántara escribe su artículo a media tarde. Es un hombre que no madruga jamás. «Los versos -yo he escrito unos cuantos libros de poemas- acuden cuando acuden».-Cuando trabajaba en el diario 'Marca', se bebía una botella de güisqui en la redacción y no pasaba nada ¿Hace falta aliñar las redacciones de los periódicos actualmente o ya vamos sobrados de imaginación?-Las redacciones antes eran más bohemias y charlatanas había un tío jugando a los dados. Ahora entras en un periódico y parece un sanatorio. Los años 50 eran otro mundo. Pero, en general, ahora es mucho mejor todo. En los tiempos que yo he vivido de miseria, desolación y desesperanza política estaba todo muy conducido. Ahora se puede hablar, se puede opinar, tenemos el derecho a equivocarnos. Pero no sé si tiene mucho sentido remover aquel tiempo.-¿Es partidario de la Ley de Memoria Histórica?-La memoria es un atributo fundamental del alma. Lo que no sé es si es oportuna. Resucitar rencores es improductivo. Lo que creo es que hay que tener tan buena memoria como buen olvido.-Manuel, ¿cómo ve un maestro del periodismo ?-No, yo no soy maestro . Sólo acepto esa palabra en la undécima acepción del diccionario, que es 'ducho en un oficio'. No como magisterio: yo no enseño nada a nadie, yo sigo aprendiendo todos los días.-Bien, aclarado. ¿Cómo ve un señor 'ducho en el oficio del periodismo' eso de la era digital?-Aprecio los nuevos caminos, pero soy consciente de que pertenezco a la 'Galaxia Gutenberg'. Yo sigo escribiendo con una vieja Hispano Olivetti en la que la 'b' y la 'e' siempre necesitan que las pulse dos veces. Cada uno es del tiempo en el que ha vivido. Soy el último tío que no tiene móvil. Es por pereza, no por desprecio. Sé que es un avance gigantesco, pero yo no he leído nunca nada en Internet. Para leer tengo que tocar los papeles. Esa pequeña brisa que pasa cuando le das la vuelta a una página para mí es imprescindible. El libro es el objeto más sagrado de la humanidad.
mapenalver@ideal.es
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