jueves, 10 de abril de 2008

La reforma pendiente

La reforma pendiente

Como desagravio a Carmen Aristegui y a los emos.

Manuel García Estrada

Ahora con la moda de que el no aplicar la ley y desmantelar la ética y moralidad de las empresas, sean concesionarias o paraestatales, tiene por solución una reforma bien merece que se haga una a favor de los que somos consumidores de los medios de comunicación.
Antes cuando la responsabilidad estaba apoyando nuestra identidad mediática los locutores debían aplicar un examen difícil para obtener una licencia. Hoy cualquier hijo de vecina puede tenerla o sencillamente sin ella puede utilizar los micrófonos para decir lo que sea.
Antes un locutor tenía información y conocimiento y hoy bajo la mentira de lo irreverente como novedoso se goza en la tele o la radio de verdaderos asnos de la comunicación y que recientemente uno de ellos se sorprendió de la capacidad del poder del canal televisivo por cable donde trabaja. Hablo de Kristoff. Un sujeto que sin noción alguna de legalidad, moralidad y ética de medios desató el odio contra una tribu urbana denominada “Emo”.
Televisa nos deja clara su visión de lo que los mexicanos deben de ver en la televisión al tener por antecedente la salida del grupo mediático más poderoso de América Latina a Carmen Aristegui pero que sostiene a un tipo como Kristoff que a miles de kilómetros se nota que jamás escuchó hablar de “la guerra de los mundos” de Orson Wells, de perdida.
¿Cuál es la moralidad de los medios? Es muy simple, todo aquello que provoque violencia, división, polarización, odio entre los homo videns es contrario al proyecto nacional y a los valores democráticos de un pueblo que desea ser civilizado. Ojo, la moralidad de los medios no puede estar tratada desde la perspectiva dogmática de cualquier religión o credo ni siquiera disfrazada como organización ciudadana como la que se hace llamar “los medios a favor de lo mejor”. Mucho menos en una república laica.
El conductor de origen polaco nos dejó ver al promover odio y humillación a los “emos” que a él no le importa lo que ocurra en México, y en todo el sub continente porque el canal por donde transmite es Telehit, señal que llega a 60 países.
¿Televisa no se da cuenta de ello? Si y lo celebra debido a que para la empresa de medios lo que ocurrió con los desagradables y bajos comentarios del pseudo comunicador lo traducen como raiting. Es escándalo y a eso se ha dedicado Televisa en los últimos años.
Televisa no es que viva en una moda simple, es guardián activo del pensamiento único debido a que justamente el neoliberalismo dicta que al no tener propuesta cultural genuina debe de engatuzar a la población con la showculture, por ello vemos cada día más espacios para chismes de artistuchos que ya viven de sus vidas privadas manejadas en lo público. Es el gran Big Brother. Su faro es el canal “E! Enterteinment” y sus cómplices más audaces son “Sony”, “FX” y en particular las emisiones tipo “Wild On”.
La propuesta “cultural” del neoliberalismo es rapaz y degradante, anti estética y sobre todo inhumana. Han sacado de la televisión, que es la gran educadora masiva, a los sentimientos y los han convertido en una ligera cursilería que nada vale ante los cuerpos desnudos y manteniendo relaciones sexuales en antros de Cancún, Las Vegas, Barcelona o Miami y que además ofrecen como posibilidad natural de todos los que son “modernos”.
Televisa dista de estar a favor de México, sus noticieros son vendidos, manipulados, y la mayoría de sus conductores dejaron de ser periodistas para convertirse en golpeadores capaces de discutir y arrebatarle el micrófono a un entrevistado.
Telehit trató de lavarse las manos en el asunto de la golpiza a los “emos” en Querétaro y Ciudad de México a través, primero, de un señalamiento del tal Kristoff en contra de la golpiza, es decir, primero tira la piedra y luego quiere esconder la mano. Después a través de un programa “especial” en donde “emos” como “Gomita” o el “Sugus” expresaron sus ideas bajo la constante agresión del pseudo conductor que a cada rato enseñaba documentos en donde distintos estudiosos de la sociedad les negaban el grado de “movimiento” como si las expresiones colectivas culturales debieran cumplir requisitos para estar y ser.
La mofa, la humillación, la agresión, la violencia verbal, la minimización de los entrevistados con frases como “niños, escuchen” de parte de Kristoff fue para todos evidente y es una violación a los derechos humanos.
Si las autoridades nacionales realmente desean legitimarse deben empezar por poner orden ante estos acontecimientos antidemocráticos porque a Kristoff y Televisa así como al retrógrada alcalde de Celaya se les olvida que, en palabras de Lorenzo Meyer, en la democracia lo único intolerable es la intolerancia.
Cualquier tribu urbana o individuo no tienen porque llenar requisitos para existir, sea emo, gay, lesbiana, madre soltera, darketo, roquero, fresa o popero. El individuo y el colectivo simplemente son y por ese hecho merecen todos los derechos y garantías que la Constitución brinda. Lo dejo más claro, por el simple hecho de nacer en este país o residir en este país hay leyes que nos protegen pero que la impunidad de Televisa a cambio de apoyar la política pirata olvidan y aplastan.
Nos queda claro, si Televisa permite que el tal Kristoff permanezca al aire es porque su verdadero rostro ya no tiene por qué ocultarlo, llegó el momento en que el pensamiento único se cree rey y sólo los medios alternativos son voz, visión y pensamiento de un país nuevo que nació apenas hace unos meses y que tiene televidentes y audiencias pensantes… ¿estará Televisa preparada para la nueva república? Al menos el tal Kristoff no.

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