Columnas y cartones
La nueva clase política II
¿Qué le pasa al buen Juan Camilo, al gran Iván? Les responde a sus críticos como si fueran sus iguales, se enoja, les alega que le quitan el tiempo que el gobierno necesita para avanzar
Carlos Monsiváis /El Mundo de Orizaba
México16 de marzo, 2008
¿En qué estaba pensando? El joven de treinta y tantos años con la mirada absorta en el menú vuelve en sí o vuelve a las reflexiones de un segundo. ¡Ah, sí! Se detenía en la sensación tan extraña de atender por un buen rato un solo tema. ¿Qué le pasa? Si él es el rey del zapping, para qué insistir en algo, lo que sea, cuando ya tiene el chance de cambiar de canal, a él le divierte la idea, su atención es un control remoto, no se desvía porque es un clic sobre otro, un cheque se firma en segundos, los contratos los revisan los abogados de la empresa, o los de la secretaría, un mérito de la Nueva Clase Política (NCP), tan de moda, es no darle bola nunca a los temas sino a los hechos, lo que duren, los temas persisten menos rato que el de las imágenes al dejarse ver (ésa es buena, las imágenes al dejarse ver), no que las generaciones anteriores, la Vieja Clase Política (VCP) se demoraban siglos en el mismo asunto, así no rinde la vida, no da para tanto, time is money, time es contratos. Por cierto, qué buena onda decirle al grupo en el poder la NCP, sin las siglas todo es un amontonadero de palabras.
¿En qué estaba pensando? En el menú of course, en la lista de platillos donde desde niño se ejerce el principio de selección, no esa mamada de con quién te vas, con el bien o con el mal, qué güeva, con el bien si le quitan el IVA, no las opciones se dan sino entre un vino y otro, entre un platillo y otro, entre un digestivo y otro, el paladar es una suma de aciertos a la hora de las botellas... No, cálmate güey, vuelve en ti si te queda dónde acomodarte, estás pensando otra cosa, en tu estatus casi seguro, no obsesionarse con el estatus es como perder la dirección de tu propia casa, y el estatus es el título de propiedad en la cumbre, el único espacio habitable en este pinche país, sorry México, nadie la pasa cómoda fuera de la cumbre, es como si todavía te llamaran por teléfono desde el estanquillo, y allá vas por el pasillo en toalla, ya voy doña Lupe...
No, mejor tráigame el vino que pedí el fin de semana… ¿Qué pasa aquí, por qué tanto desmadre?, las cosas son como son, dijo el filósofo, todo iba bien, se quisieron poner panteras los nacos en 2006 pero qué madriza les dimos, plantón el que les dio su democracia, y además no tenían con qué, para empezar y lo que más cuenta, a todos los maldecía su aspecto, todos parecían nacionales, sorry México, se olvidan los can-hijos, los canijos, los hijos de perra, entiéndanlo, que la pinche lucha de clases es puro bluff porque en la sociedad nomás hay una clase, la del top, las demás son las colas ante la ventanilla, la gana de llorar porque anochece y no hay cena, uno no se explica por qué están tan obesos si no comen, la gordura es una corcholata genética de los guaruras y de sus compatriotas, sorry México.
* * *
¿En qué estábamos pensando? ¿Cómo que estábamos, carapálida? Sólo yo estaba pensando, güey, no te calientes granizo. En que le entramos hace tan poco tiempo a la política y ya parece un siglo. Casi todos nos conocemos desde siempre, el mismo kínder para empezar, y estudiamos donde se debe y frecuentamos los mismos clubes y las discos y los restaurantes y hablábamos de reventones y de business y de fines de semana y de modas, de lo que se habla cuando se tienen ganas de conversar cosas cool, y luego a uno de nosotros o a varios al mismo tiempo les llegaron ofertas de puestos y diputaciones y los que invitaban explicaban que ya era hora de variar el panorama metiéndole buenas presencias, no con desfiles a la usanza de aquí, el montonal de rostros sin compostura posible, sorry México, y nosotros supimos que la onda en lo básico era de negocios y de familias, como si esto se pudiera dividir, for God’s sake, no sé qué había antes pero desde que empezó la NCP la familia es el negocio y el negocio es la familia, tener padres y hermanos y tíos es invertir sanamente en el árbol o la empresa de la genealogía. Administración de empresas, administración de herencias, el apellido conveniente es destino.
Y que no se le escape el pinche pensamiento ahora que lo tenía en la lona, qué patadón le acomodó, qué buen “estate quieto”, pues en qué estábamos, en que la NCP se dio cuenta de que ya habían chupado faros los de antes y sus costumbres, los expertos en acarreos, los que sabían de historia patria nomás para fregar el oído cosmopolita, los enterados de la grilla, los que veían en el presidencialismo a su ciudad de origen. Eran buenos para la transa, eso ke-ni-ké, como en la expresión japonesa, órale, pero les relucía el cobre, viajaban con su aspecto para empezar, como si llevaran tierra del rancho, a qué paisanos, sorry México, y pues con esas fachas, con su ADN que era su retrato de Dorian Gray, no sé dónde lo oí, pues ni hablar, representaban a México aunque no quisieran, y eso es lo peor, que se te vea en el cuello a Tamaulipas y en la frente a Sonora, y en salva sea la parte a tu pueblo natal, qué tal me sé la geografía del alma de la raza de bronce. Sorry México.
* * *
En unos cuantos años le cambiamos el look al país, porque la NCP, con sus excepciones a las que les reservamos la zona del pintoresquismo, pues es competente si no se le compara con nadie, qué humor traigo, es competitiva, es una computadora que se deja ver como un prendidón del alma. Carajo, si la vestimenta anticipa el destino del país, o quieren que la nación ande en el futuro con el guardarropa del Peje, no jodan, un traje mal cortado es como un tendedero en el Zócalo… ¿a dónde iba? Ah sí, a enseñarles este video de cómo se presentaban antes en la tele y cómo nos presentamos ahora, pinche salto genético que nos aleja de las tribus del paisaje facial de los pobres, sorry México.
* * *
¿Qué le pasa al buen Juan Camilo, al gran Iván? Les responde a sus críticos como si fueran sus iguales, se enoja, les alega que le quitan el tiempo que el gobierno necesita para avanzar, y salvar a la nación y llevarla en los brazos a su porvenir, les manda expedientes a las dependencias oficiales que le van a dar toda la razón y que quién sabe quién se va a chutar, qué chistoso: “a chutar”, ya habló como viejito. ¿A poco importa el tronar de dientes de los resentidos? Que chiflen a su máuser, como dice mi chofer, qué gracioso hablan los que no manejan un rebaño de tarjetas de crédito, se les nota la procedencia, sorry México.
¡Qué mala onda! Pero como la vean, a Juan Camilo lo defenderemos hasta cierto punto y ni un milímetro más porque tampoco, una cosa es la amistad y otra el afecto, la NCP no se la va a pasar mandando expedientes como disculpas, si tenemos el poder tenemos la ética y la legalidad y el hip-hop, porque nos van a chotear y van a decir que ahora la prueba de la inocencia es el camión de legajos que acompaña al funcionario que se descuidó. No, a mí mis chicles, como dice mi jardinero, luego qué poético hablan los nacos, sorry México. Juan Camilo la va a librar bien si no insiste en lo de “si me atacan detienen el progreso de México”. Va pa’trás papá. Para que nos quiten el poder necesitan irse nadando de Acapulco a las islas Caimán.
Escritor
La nueva clase política II
¿Qué le pasa al buen Juan Camilo, al gran Iván? Les responde a sus críticos como si fueran sus iguales, se enoja, les alega que le quitan el tiempo que el gobierno necesita para avanzar
Carlos Monsiváis /El Mundo de Orizaba
México16 de marzo, 2008
¿En qué estaba pensando? El joven de treinta y tantos años con la mirada absorta en el menú vuelve en sí o vuelve a las reflexiones de un segundo. ¡Ah, sí! Se detenía en la sensación tan extraña de atender por un buen rato un solo tema. ¿Qué le pasa? Si él es el rey del zapping, para qué insistir en algo, lo que sea, cuando ya tiene el chance de cambiar de canal, a él le divierte la idea, su atención es un control remoto, no se desvía porque es un clic sobre otro, un cheque se firma en segundos, los contratos los revisan los abogados de la empresa, o los de la secretaría, un mérito de la Nueva Clase Política (NCP), tan de moda, es no darle bola nunca a los temas sino a los hechos, lo que duren, los temas persisten menos rato que el de las imágenes al dejarse ver (ésa es buena, las imágenes al dejarse ver), no que las generaciones anteriores, la Vieja Clase Política (VCP) se demoraban siglos en el mismo asunto, así no rinde la vida, no da para tanto, time is money, time es contratos. Por cierto, qué buena onda decirle al grupo en el poder la NCP, sin las siglas todo es un amontonadero de palabras.
¿En qué estaba pensando? En el menú of course, en la lista de platillos donde desde niño se ejerce el principio de selección, no esa mamada de con quién te vas, con el bien o con el mal, qué güeva, con el bien si le quitan el IVA, no las opciones se dan sino entre un vino y otro, entre un platillo y otro, entre un digestivo y otro, el paladar es una suma de aciertos a la hora de las botellas... No, cálmate güey, vuelve en ti si te queda dónde acomodarte, estás pensando otra cosa, en tu estatus casi seguro, no obsesionarse con el estatus es como perder la dirección de tu propia casa, y el estatus es el título de propiedad en la cumbre, el único espacio habitable en este pinche país, sorry México, nadie la pasa cómoda fuera de la cumbre, es como si todavía te llamaran por teléfono desde el estanquillo, y allá vas por el pasillo en toalla, ya voy doña Lupe...
No, mejor tráigame el vino que pedí el fin de semana… ¿Qué pasa aquí, por qué tanto desmadre?, las cosas son como son, dijo el filósofo, todo iba bien, se quisieron poner panteras los nacos en 2006 pero qué madriza les dimos, plantón el que les dio su democracia, y además no tenían con qué, para empezar y lo que más cuenta, a todos los maldecía su aspecto, todos parecían nacionales, sorry México, se olvidan los can-hijos, los canijos, los hijos de perra, entiéndanlo, que la pinche lucha de clases es puro bluff porque en la sociedad nomás hay una clase, la del top, las demás son las colas ante la ventanilla, la gana de llorar porque anochece y no hay cena, uno no se explica por qué están tan obesos si no comen, la gordura es una corcholata genética de los guaruras y de sus compatriotas, sorry México.
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¿En qué estábamos pensando? ¿Cómo que estábamos, carapálida? Sólo yo estaba pensando, güey, no te calientes granizo. En que le entramos hace tan poco tiempo a la política y ya parece un siglo. Casi todos nos conocemos desde siempre, el mismo kínder para empezar, y estudiamos donde se debe y frecuentamos los mismos clubes y las discos y los restaurantes y hablábamos de reventones y de business y de fines de semana y de modas, de lo que se habla cuando se tienen ganas de conversar cosas cool, y luego a uno de nosotros o a varios al mismo tiempo les llegaron ofertas de puestos y diputaciones y los que invitaban explicaban que ya era hora de variar el panorama metiéndole buenas presencias, no con desfiles a la usanza de aquí, el montonal de rostros sin compostura posible, sorry México, y nosotros supimos que la onda en lo básico era de negocios y de familias, como si esto se pudiera dividir, for God’s sake, no sé qué había antes pero desde que empezó la NCP la familia es el negocio y el negocio es la familia, tener padres y hermanos y tíos es invertir sanamente en el árbol o la empresa de la genealogía. Administración de empresas, administración de herencias, el apellido conveniente es destino.
Y que no se le escape el pinche pensamiento ahora que lo tenía en la lona, qué patadón le acomodó, qué buen “estate quieto”, pues en qué estábamos, en que la NCP se dio cuenta de que ya habían chupado faros los de antes y sus costumbres, los expertos en acarreos, los que sabían de historia patria nomás para fregar el oído cosmopolita, los enterados de la grilla, los que veían en el presidencialismo a su ciudad de origen. Eran buenos para la transa, eso ke-ni-ké, como en la expresión japonesa, órale, pero les relucía el cobre, viajaban con su aspecto para empezar, como si llevaran tierra del rancho, a qué paisanos, sorry México, y pues con esas fachas, con su ADN que era su retrato de Dorian Gray, no sé dónde lo oí, pues ni hablar, representaban a México aunque no quisieran, y eso es lo peor, que se te vea en el cuello a Tamaulipas y en la frente a Sonora, y en salva sea la parte a tu pueblo natal, qué tal me sé la geografía del alma de la raza de bronce. Sorry México.
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En unos cuantos años le cambiamos el look al país, porque la NCP, con sus excepciones a las que les reservamos la zona del pintoresquismo, pues es competente si no se le compara con nadie, qué humor traigo, es competitiva, es una computadora que se deja ver como un prendidón del alma. Carajo, si la vestimenta anticipa el destino del país, o quieren que la nación ande en el futuro con el guardarropa del Peje, no jodan, un traje mal cortado es como un tendedero en el Zócalo… ¿a dónde iba? Ah sí, a enseñarles este video de cómo se presentaban antes en la tele y cómo nos presentamos ahora, pinche salto genético que nos aleja de las tribus del paisaje facial de los pobres, sorry México.
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¿Qué le pasa al buen Juan Camilo, al gran Iván? Les responde a sus críticos como si fueran sus iguales, se enoja, les alega que le quitan el tiempo que el gobierno necesita para avanzar, y salvar a la nación y llevarla en los brazos a su porvenir, les manda expedientes a las dependencias oficiales que le van a dar toda la razón y que quién sabe quién se va a chutar, qué chistoso: “a chutar”, ya habló como viejito. ¿A poco importa el tronar de dientes de los resentidos? Que chiflen a su máuser, como dice mi chofer, qué gracioso hablan los que no manejan un rebaño de tarjetas de crédito, se les nota la procedencia, sorry México.
¡Qué mala onda! Pero como la vean, a Juan Camilo lo defenderemos hasta cierto punto y ni un milímetro más porque tampoco, una cosa es la amistad y otra el afecto, la NCP no se la va a pasar mandando expedientes como disculpas, si tenemos el poder tenemos la ética y la legalidad y el hip-hop, porque nos van a chotear y van a decir que ahora la prueba de la inocencia es el camión de legajos que acompaña al funcionario que se descuidó. No, a mí mis chicles, como dice mi jardinero, luego qué poético hablan los nacos, sorry México. Juan Camilo la va a librar bien si no insiste en lo de “si me atacan detienen el progreso de México”. Va pa’trás papá. Para que nos quiten el poder necesitan irse nadando de Acapulco a las islas Caimán.
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